Para
quienes luchan, perseveran y se esfuerzan, la alegría es
múltiple cuando llega la materialización. El contraste causa
alegría, pues conociendo el pasado de tinieblas, gozarán en la
luz de la fructificación y poseerán la alegría del compañerismo
experimentado y probado; los años habrán demostrado quiénes
son los asociados elegidos, y en la comunidad del sufrimiento se
fortalecerá el vínculo; la alegría de la paz después de la
victoria será suya; para el cansado guerrero los frutos de la
realización y el descanso son doblemente dulces; obtendrán la
alegría de participar en el plan de los Maestros, y será
correcto todo aquello que los asocie a Ellos más
estrechamente; la alegría de haber ayudado a consolar a un
mundo necesitado, de haber llevado luz a las almas
ensombrecidas, de haber curado en alguna medida las llagas del
sufrimiento del mundo, les pertenecerá, y tener conciencia
de haber empleado bien los días y recibir la gratitud de las
almas salvadas, trae la mayor de todas las alegrías ? la que
experimenta un Maestro cuando sabe que ha contribuido a elevar a
un hermano un poco más en la escala de evolución. Esta alegría
les aguarda a ustedes, y no está muy lejana. De manera que, no
trabajen para la alegría, sino hacia ella; no por la recompensa,
sino por la necesidad interna de ayudar; no por la gratitud,
sino por el impulso que sobreviene al percibir la visión y
comprender la parte que les corresponde desempeñar para traer
esa visión a la tierra.
Ayudará
mucho saber diferenciar entre la felicidad, la alegría y la
bienaventuranza:
Primero,
la felicidad
tiene su asiento en las emociones y es una reacción
de la personalidad.
Segundo,
la alegría es una
cualidad del alma, sentida mentalmente cuando se efectúa el
alineamiento.
Tercero,
la beatitud es la
naturaleza del espíritu, sobre lo cual es inútil hacer
conjeturas, hasta que el alma se de cuenta de su unicidad con el
Padre. Esta comprensión viene después de una etapa anterior, en
la que el yo personal se unifica con el alma. Por lo tanto, la
especulación y el análisis, respecto a la naturaleza de la
beatitud, no son de ningún beneficio para el hombre común, cuyas
metáforas y terminología tienen por fuerza que ser personales y
están relacionadas con el mundo de los sentidos. ¿El aspirante
se refiere a su felicidad o a su alegría? Si es a esta última,
debe ser efecto de la conciencia y solidaridad grupales, de la
unicidad con todos los seres y, después de todo, no puede ser
interpretado en términos de felicidad. La felicidad llega cuando
la personalidad cumple con esas condiciones que satisfacen una u
otra parte de su naturaleza inferior; cuando se experimenta una
sensación de bienestar físico, contentamiento con su propio
medio ambiente, con las personas que lo rodean o con las
oportunidades y contactos mentales. La felicidad constituye
la meta del yo separado.
Sin
embargo, cuando tratamos de vivir como almas, no tenemos en
cuenta la satisfacción del hombre inferior, sentimos alegría en
nuestras relaciones grupales y en esas condiciones que conducen
a una mejor expresión de las almas de aquellos con quienes nos
ponemos en contacto. El hecho de aportar alegría a otros, a fin
de producir condiciones mediante las cuales puedan expresarse
mejor, podrá tener un efecto físico cuando tratamos de mejorar
sus condiciones materiales, o un efecto emocional cuando nuestra
presencia les trae paz y los eleva, o un resultado intelectual
cuando los estimulamos a pensar clara y comprensivamente. Pero
en nosotros su efecto es de alegría por haber sido altruista y
desinteresada nuestra acción y no depende de las circunstancias
o estado social del aspirante. Se renuncia forzosamente a gran
parte de la felicidad cuando la salud es mala, el medio ambiente
difícil y el "karma acumulado durante muchas vidas" agobia, o
cuando las dificultades de la familia, nación o raza,
pesan sobre la personalidad sensible. No debe confundirse la
alegría con la felicidad de la juventud o la satisfacción
autocentrada de la persona egoísta o insensible, que se
oculta detrás de sus deseos.
Parece
una trivialidad y una paradoja ocultista decir que en medio de
una profunda aflicción y desgracia de la personalidad, se puede
conocer y sentir la alegría del alma. Sin embargo es así, y tal
debe ser la meta del estudiante.